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  • Había sido rescatado hace unos quince años en la Plaza Echaurren de Valparaíso donde era maltratado por otros perros mayores

La familia Gutiérrez Moraga lloró mucho la partida del perro guardián del hogar, que tenía por nombre “Licenciado Pancho Lobo”. Su historia se remonta cuando Gonzalo, el hijo de la familia, regresaba a su hogar de calle Manuel Rodríguez en Recreo, de una incursión nocturna por los barrios porteños. En ese retorno, vio como un perrito, era maltratado por otros en el sector de la plaza Echaurren. Lo rescató como pudo y lo salvó de una muerte inminente, ya que estaba completamente desnutrido y tenía dificultades en sus desplazamientos. Este hecho ocurrió hace unos quince años, trayendo en la micro, semi oculto como pudo, al pequeño ejemplar.

El temor era que la dueña de casa, es decir su madre, lo aceptara. Eran las tres de la mañana cuando arribó con la mascota y ante la solicitud piadosa, no hubo otra solución que acogerlo con la recomendación de llevarlo al día siguiente al veterinario. Hasta allí concurrió con su sobrina Almendra. Como había que ponerle un nombre al momento de ingresarlo para la debida inspección, Gonzalo dijo que se llamaría Pancho por venir del puerto. La sobrina comentó que tenía cara de lobo y se le agregó ese apelativo. Cuando vieron que se retiraba la persona que tenía dos mascotas, el dueño los nombró como “los doctores tanto y tanto”. Para no ser menos, Gonzalo dijo, al mío le voy poner “Licenciado”. Y de esta forma convivió como “Licenciado Pancho Lobo”, un título respetable. Por espacio de unos seis meses, contagió a los integrantes de la familia con sarna mientras le crecía el pelaje, ya que también había sufrido quemaduras y mostraba una piel maltratada. Con el paso de los años se convirtió en un tremendo ejemplar, con sus dos orejas rectas y una imponente estatura. En los paseos por el sector, bastaba un descuido para morder a muchos vecinos y a quienes tocaban el timbre.

Su presencia permitió atenuar los robos e ingresos de delincuentes al hogar. Su muerte lo sorprendió cuando le sobrevino repentinamente un paro cardíaco, que aconteció mientras la dueña del hogar estaba a su lado dándole protección. Fue sepultado con los honores a su título en el jardín celestial, donde ya descansan otros ilustres: “Cocho” –en una urna de madera especial por ser el primero de la familia-, “Teo”, “Ita”, “Blanqui” y Huachiturro” y otros. La muerte del Licenciado Pancho Lobo, impactó mucho a su padre que trabaja en Molina. Su expresión de pesar se manifestó al decir: “Se me fue mi mejor amigo, mi compañero”.

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