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Columna del periodista Hugo Alcayaga Brisso

La reaparición en diversos ámbitos del acaudalado empresario Sebastián Piñera ha sido inútil e innecesaria: solo está destinada a satisfacer sus ansias de figuración y a fustigar y pautea0r al jefe de estado y a la ciudadanía, como si alguien se lo hubiera solicitado.

Obviamente carece de autoridad para ello porque los dos periodos en que ejerció la Presidencia de la República constituyeron sonados fracasos en que no existieron el pueblo y sus urgencias, los movimientos sociales y la clase trabajadora, ni tampoco valores fundamentales de la democracia como la igualdad, solidaridad y justicia social.

En el tiempo de Piñera en La Moneda jamás se abordó la necesidad de preservar los derechos humanos. Nunca se habló de los derechos ciudadanos y la premura por reponerlos, ya que en un régimen neoliberal destinado a seguir enriqueciendo a los ricos tiene prioridad uno el mercado abusivo operado por unos pocos.

Sus gobiernos estuvieron marcados por políticas clasistas en favor de determinado sector, el empresariado, los inversionistas, los grupos económicos y los dueños del dinero. El primero de ellos es recordado por la promulgación de la ley de pesca, un monumento a la corrupción; y el más reciente por el despertar popular que dio paso al estallido social en que millones de pobres y menos pobres repletaron las calles en demanda de mejores condiciones de vida.

Poco antes del inicio de las multitudinarias manifestaciones callejeras de octubre y noviembre de 2019 Piñera había declarado a la prensa internacional que Chile era un “oasis” en América Latina en que todo estaba “en orden” y bajo control de las autoridades. Ni se imaginaba la vigorosa rebelión del pueblo que aterró a la oligarquía y a quienes giran a su alrededor. Esa opción popular se mantiene siempre latente.

El entonces presidente generó en esos días expectantes una brutal violación masiva de los derechos humanos contra los manifestantes. Durante el estallido ordenó una desmesurada represión policial y militar, lo que derivó en una treintena de civiles muertos y un sinnúmero de heridos, golpeados, abusados y humillados. Dos personas quedaron con ceguera total y no menos de 420 sufrieron la pérdida de uno de sus ojos a causa de la furibunda embestida uniformada.

Las movilizaciones habían comenzado cuando una comisión de “expertos” propuso subir en 30 pesos el valor de las tarifas del Metro, provocando la indignada reacción de los estudiantes secundarios. Esos supuestos expertos reflejaban la absoluta desconexión del gobernante con la realidad nacional, cuando ya la inflación se expresaba en términos alarmantes.

Se trata del mismo político de derecha y poderoso inversionista alejado de las urgencias de la calle, pero que desde la presidencia solía hacer a diario llamados a la “unidad nacional” sin introducir medida alguna pendiente a disminuir la desigualdad y la exclusión. Esos llamados los formulaba solo porque convenían a sus intereses.

Intentando decirle a Gabriel Boric lo que tiene que hacer el ex mandatario declara hoy que “es muy conveniente y necesario promover un clima de unidad, de entendimiento, de amistad cívica, de buena voluntad…”. Naturalmente es fácil hablar de esa manera desde un patrimonio de 3 mil millones de dólares y cuando no se quiere reconocer a clases sociales contrapuestas con irritantes diferencias en materia de poder económico, ingresos, oportunidades, proyecciones, influencias y un mundo de desigualdades.

Llama la atención que este Piñera conservador que desde La Moneda siempre mostró una absoluta adhesión a la Constitución pinochetista ahora se interese por el actual proceso constitucional. Se recuerda que mandó a su ministro del Interior (Chadwick) a contener a un grupo de parlamentarios que había llegado a la casa de gobierno para hablar de reformar la Carta Magna vigente.

Ahora el empresario pretende interferir en la decisión ciudadana en el plebiscito de diciembre. Ha pedido “consenso” porque – afirma – “si el proceso constituyente fracasa Chile estará en graves problemas” los que no precisa, pero se advierte temeroso de que siga avanzando la opción Rechazo según lo consignan las encuestas de opinión pública.

No es novedad que el ex mandatario contrario a los cambios manifieste preferencias por una Carta Fundamental ochentera como la que se está gestando, en manos de la ultra derecha. Si esta propuesta es rechazada, como se anticipa, seguramente se buscarán otras alternativas. Las mayorías aspiran a una Constitución que permita concretar cambios en democracia y progresismo sobre la base de la igualdad, la inclusión y la solidaridad.

Las desigualdades y la falta de oportunidades determinaron en su último periodo un fuerte aumento de la delincuencia, en cuya batalla Piñera fue el gran perdedor. La “fiesta de los delincuentes” tomó nuevos aires y hasta aparecieron delitos nuevos, entre los cuales los portonazos llevan la delantera.

Se estima que el multimillonario empresario está cerca de otra derrota, en el plebiscito constitucional de fines de año. Ello le bajará sus afanes de figurón impenitente y su vocación de opinante sempiterno, tras lo cual volverá sin duda a su sarcófago político que le espera.

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