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  • Es la trayectoria de Linda Geldres González que tiene a su cuidado cinco ejemplares a quienes trata como verdaderos hijos.

“Saqué la patente el año pasado, pero ya estoy dentro de los corrales desde el 2020. Oficialmente desde ahí partí, porque egresé de cuarto año de enseñanza media, pero yo llegué aquí a los corrales a los 13 años”, explica Linda Geldres González de 21 años., soltera, que vive en Forestal, salvando ileso su hogar del reciente incendio en ese sector alto de Viña del Mar.

Consultada sí quiso ser jinete, ella tuvo razones para no serlo: “Yo llegué con la idea de galopar. Me gusta estar arriba de los caballos, me gusta mucho entrenarlos a todos, pero los jinetes montan todos los días, en todos los hipódromos del país y a mí me gusta estar con mis caballos. Me gusta entrenarlos y estar todos los días con estos caballos, por eso encontré mi vocación en ser cuidadora de estos animalitos”.

“Tengo a mi cuidado cinco caballos, “Casablanca Dancer”, “Rock Daddy”, “Sueño del alma”, un potrillo que se llama “The Traitor”  pero todavía no corre, porque tiene recién dos añitos, se está amansando recién. Y cuido una yegua operada que se llama “Gloriosa Amanda”, resumió el total de caballos bajo su atención y mirada.

Su jornada de trabajo es intensa: “Yo me levanto diez para las 7 de la mañana y llegó como a las 8 al Sporting, que es el horario cuando uno parte a trabajar. Cuando uno llega lo primero que hace es concentrarse en los caballos que galopan, porque hay caballos que de repente no lo hacen, como la yegua “Gloriosa Amanda” que tengo operada y está de para en estos momentos. A cada uno se le hace la cama, lo limpio, lo apero y lo llevo a su entrenamiento a galopar, después lo encamino, se les da la comida, uno por uno. Hay que enfocarse en la limpieza de sus patitas, de sus pezuñas, enfocarse si tiene algún problema en las patas porque ellos entran a la cancha a su entrenamiento dependiendo de lo que manda a hacer el preparador. De repente llegan con la patita hinchada o sangrando, con diferentes problemas y una como cuidadora tiene que solucionar al tiro el problema”.

Linda Geldres brinda un trato de mucho afecto a los ejemplares a su cargo: “Yo cuido a todos mis caballos como si fueran todos clasiqueros, tanto al del índice 1 como al del índice 20. A todos los cuido por igual porque para mí tienen la misma importancia. Y lo más doloroso de la hípica, es cuando uno se tiene que despedir de su caballo, ya sea porque lo venden o porque se va a criadero, pero en verdad uno los trata como un hijo, porque además uno los lleva al doctor, uno está con ellos en todas, es como un hijo en realidad”.

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