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  • Él está feliz con su labor pero le gustaría que hubiera una mejora en los sueldos de estos trabajadores

Dedicarse toda su vida laboral a cuidar caballos es un oficio del que está gustoso Juan Navarro Valero

“De los 15 años de edad que trabajo aquí en la hípica. Tengo 63 años. Llevo 48 en la hípica. Estuve un tiempo como capataz de Juan Melero y de Emilio Padovani, con quien nos ganamos la estadística y todas esas cosas, cuando teníamos los caballos del stud Alicahue, pero he dedicado toda una vida a ser cuidador”, explicó su trayectoria.

Dijo “sentir una atracción especial por los caballos; hay que cuidarlos igual como si fueran niños. Hay que hacerles las camas, limpiarlos y se trata siempre de mantenerlos mansitos, porque de repente salen caballos pesados, y por lo tanto, hay que tratarlos con cariño. Así tiene que ser la cosa…”.

A pesar de su edad en este oficio aseguró que “hay varios más que son más antiguos que yo. Urenda tiene empleados antiguos, Gabriel Reyes, Mansilla también tiene más viejos que yo. Esto es como una familia”.

Juan Navarro se relacionó con esta actividad “cuando me trajo a la hípica un cabro que era jinete, Richard Leiva, y empecé con Emilio Bravo, después estuve con el preparador Raúl Vera Fuentes”.

Del trabajo diario señaló que “aquí antiguamente se levantaba uno a las seis de la mañana. Ahora es distinto. Uno llega a las 8. Los empleados viejos siempre llegamos más tempranos que todos”.

Se siente satisfecho de su función: “Yo estoy muy feliz en el trabajo. Lo único malo es el sueldo que es muy poco. Es una miseria, con la plata que ganamos nosotros no alcanza uno a sobrevivir. Es el mínimo, 300 lucas, ¿qué hace uno con 300 lucas? Nada. Uno se defiende con los traslados que son siete mil quinientos pesos por caballo por traerlos a correr, fuera del porcentaje. Cuando gana un caballo y recibe un premio de un millón de pesos, nosotros recibimos 28 mil pesos nosotros. Hay que cuidar caballos buenos para que uno pueda sobresalir”.

Navarro, viñamarino, casado, dos hijos y siete nietos, también tuvo la oportunidad de cuidar caballos exitosos: “Antiguamente cuidé el caballo Valevan de Antonio Bullezú en el Club Hípico de Santiago. Cuidé el caballo Moulin Rouge con el finado Juan Walker, salió bueno ya que corría clásicos”.

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