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  • Llega en un pequeño vehículo motorizado que le regalaron sus hijos tan aficionados como él a este deporte que entrega emoción carrera a carrera

A pesar de sufrir un grave accidente que le dañó la columna vertebral, el fotógrafo profesional Mario Silva Avalos, se las ingenia para apostar y jugársela por los caballos ganadores ya sea asistiendo al Sporting o viendo las carreras por televisión.

Se le ve en un pequeño vehículo motorizado, lo que le permite hacer las apuestas y apreciar en los jardines del Sporting cada una de las carreras además de compartir las alegrías y sinsabores con quienes pierden y ganan tras cada carrera. Es todo un mundo fascinante.

“Yo llevo jugando unos 65 años. Toda una vida. A los 8 años llegué aquí al Sporting. Esta afición de jugar viene de mi papá porque él me trajo. Soy hípico de cabro chico. Mi papá no era preparador ni nada vinculado directamente con los caballos, simplemente venía a apostar. A mis hijos también los contagié”, comentó con satisfacción.

“En mi vida profesional fui fotógrafo hasta los 62 años, cuando tuve el accidente. Hace once años que dejé esa actividad. Era fotógrafo de la Quinta Región, pero recorría todo el país. Siempre fui fotógrafo particular, no pertenecía a ningún medio de comunicación. Cubría matrimonios, licenciaturas, eventos especiales y todo tipo de actividades sociales. Después me radiqué en Valdivia donde estuve 16 años, estuve otros tres años en Osorno, un año en Puerto Montt, un año en Concepción, en fin estuve en todo Chile”, precisó al referirse a su trayectoria.

Aunque en esas ciudades no hay hipódromos, siempre se las ingeniaba para ir a los recintos que se llama hoy Teletrak: “Claro que primero estaba el trabajo y después la hípica. Era muy responsable en lo que tenía que hacer, para responderle a las personas que me contrataban. Es decir, primero mi trabajo y después el vicio”.

La inmovilidad de parte de su cuerpo fue producto de un accidente: “Fui a ayudarle a un amigo a instalar un techo y me caí de una altura de seis metros cincuenta más o menos y ahí me jodí la columna. Me quebré la columna. Eso ocurrió hace once años. Y como soy aficionado a la hípica al igual que mis 7 hijos, ellos me regalaron este vehículo con el cual puedo movilizarme aquí en el Sporting”.

Solo lo usa cuando va a la hípica y cada vez que visita al doctor: “Salgo poco porque mis hijos trabajan, y cuando tiene tiempo, me trae un yerno para acá. Me deja aquí y después me viene a buscar”.

Siente en su hogar el afecto de su esposa, hijos y nietos: “Yo cuando estoy postrado en cama, en mi casa, veo las carreras por la tele y juego con tarjeta”.

Con años de experiencia en la hípica dice que no gasta mucho “porque el que sabe jugar pierde poco, porque a veces se gana harto”.

Lo grato para Mario Silva es que disfruta de la hípica y se siente feliz de vivir esta experiencia sobre todo cuando las condiciones climáticas contribuyen a pasar jornadas maravillosas en el Sporting.

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