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  • Ha sufrido graves lesiones y siempre procura recuperarse pronto porque lo que más desea es montar caballos

No ha sido fácil para el jinete venezolano Luis Rodríguez Piñero desarrollar su carrera profesional que gusta desde niño, sobre todo cuando se vino a Chile a abrir una ruta de trabajo para que después llegaran su esposa y sus dos hijos.

Con un lenguaje educado y respetuoso contó sus inicios: “Mi trayectoria como jinete comienza desde chamito (pequeño). Seguí los pasos de mis tíos y de mi familia que tenían caballos en Venezuela. Me gustaron los caballos desde un principio y cuando se nace con algo, ese es un don que Dios le da uno, prácticamente. Partí en Venezuela, debuté cuarto con la yegua Carelia y después gané la primera carrera por distanciamiento con el ejemplar Poing Winner de Daniel Estegui. Después me fui a la capital y ahí comencé mi carrera. Debuté con los profesionales. No debuté con escuela, con nada. Donde venía más avanzado que mis otros compañeros me soltaron con los leones como se dice y vamos. Gracias a Dios  gané 125 carreras en Venezuela. Allá no tenía las oportunidades que me ha brindado la hípica chilena. Me vengo para acá porque ya saben la situación que vive mi país”.

Rodríguez no tuvo problemas para acomodarse y desempeñar dos funciones a la vez porque había una necesidad de enviarme dinero a su familia: “Vine acá a probar suerte, pero sí venía con la intención de correr caballos de carrera, porque es lo que me gusta. Me vine a la aventura y me fui metiendo de a poquito. Trabajaba en una panadería haciendo pan para poder mandar sustento a mi familia, porque me vine primero solo para acá. Trabajaba en la mañana los caballos y después me iba a la panadería hasta las ocho de la noche. Don Pedro Carrasco me llevaba a la panadería después que le galopaba sus caballos”.

También ha tenido varios tropiezos producto de lo arriesgado que es la profesión de jinete: “En el proceso cuando venía llegando mi señora de Venezuela yo me caigo. Tuve una fractura. Me colocaron nueve tornillos en el húmero y casi perdí el brazo. La recuperación fue un poco lenta, pero gracias a Dios volví a las pistas y logré retomar lo mío. Me puse adelante en las estadísticas en el siguiente año con siete ventajas, pero lamentablemente en el mes de noviembre sufrí una fractura en el partidor, cuando el caballo me pateó y me partió el dedo meñique de la mano. Me perdí después todo ese año. Pero aquí estamos otra vez, luchando por un buen puesto y dando la mejor disposición mía arriba en los caballos”.

Este jinete de 35 años y 53 kilos agrega: “Aquí el parachoques somos nosotros arriba el caballo. Esta es una profesión en que hoy estamos y que mañana no sabemos. Siempre tratamos de hacerlo bien, de hacer las cosas siempre conscientes del peligro que enfrentamos en cada carrera. Pero gracias a Dios mientras a ti te gusta, lo haces. Aunque he tenido como tres o cuatro fracturas, igual quiero puro recuperarme rápido para volver a montar. Son cosas con las que uno nace”.

Fiel a su estilo Luis Rodríguez se despide caballerosamente: “Ante todo muchas gracias, por la oportunidad de haberme brindado esta oportunidad y de expresar una palabras hacia el público chileno y al que no, también igual, y aquí va estar siempre el chamo Luis Rodríguez para todos”.

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