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  • La queja es del microempresario viñamarino Luis Mena quien clama por ayuda económica para el sector, combatir el saqueos de locales y acopio de drogas en las jardineras y que el municipio no cobre por las terrazas

Para el microempresario Luis Mena Molina la actividad comercial entre Von Schroeder y Ecuador de calle Valparaíso en Viña del Mar ha sufrido importantes cambios después de la pandemia, agravado por los temas de seguridad, la ausencia policial, el alza de los costos de los alimentos, el cobro que hará el municipio por el uso de las terrazas y el nulo apoyo económico del gobierno considerando los robos y saqueos que han sufrido los recintos.

Desde hace ocho años Mena tiene un local dedicado a la venta de comida rápida: “Estamos en un sector más bohemio. Nosotros vendíamos mucho más antes de la pandemia, entre las 7 y las 2 de la mañana, cuando la juventud se juntaba, pasaba a comer y después se iba a divertir a los bares. Pero después de la pandemia, se tornó mucho más difícil porque se han producido dos condiciones. La pandemia nos hizo cambiar nuestros horarios, nuestra forma de trabajar y de cobrar a los clientes. Y en la noche se hace mucho más difícil, porque después de la pandemia aparece la famosa delincuencia. Aquí ha habido muchos altercados, peleas, robos, lo cual hace que como comerciantes, sea mucho más riesgoso trabajar que antes. Como dato, hace como tres meses, en promedio todos los locales de aquí de la cuadra -gracias a Dios, exceptuando este y otros dos más- han sido robados. Tal vez sea por la condición de seguridad que uno tiene en términos de candados lo que hace que cueste más que la gente entre. Todos esos locales que han sido robados han sufrido saqueos”.

Hoy día existe un riesgo mayor y por lo tanto no es conveniente trabajar hasta tarde: “Antes yo trabajaba dos turnos y ahora prácticamente es un turno a la semana. Antes de la pandemia trabajamos desde 11.30 de la mañana hasta las 3 del día siguiente. Hoy día desde las 11.30 hasta las 21 horas. Además ahora ya no hay gente. La gente ya no sale. Los mismos jóvenes como que entre comillas se educaron. Salen más temprano, en menor cantidad y en la noche a las 10 u 11 de la noche ya no anda nadie en la calle. Eso hace que tuviéramos que cambiar las condiciones laborales”.

También se han producido algunos cambios en el ámbito de la gastronomía: “Nosotros usamos productos de primera necesidad como la carne, tomates, porotos verdes, paltas. Todos esos han ido subiendo mes a mes. El pan sobre todo. Todos los meses llegan los proveedores con alzas y más alzas y uno no puede traspasarle directamente al consumidor los valores porque de lo contrario no venderíamos. Entonces las utilidades han mermado mucho, estamos hablando sobre un 30, 40%. Antes uno podía vender para pagar, vivir y darse gustos, hoy día solo da para pagar y vivir. Yo tenía una dotación de seis personas, hoy día tengo tres. Reduje en un 50% la planta y yo tuve que hacerme cargo del negocio. Antes teníamos un administrador que hoy día tampoco se puede tener en este trabajo. Son más los costos. Por estoy yo a cargo del negocio”.

Mena también pide de las autoridades más aportes para los microempresarios “ya sea a través de los impuestos, subvención de algunos de los productos que nosotros compramos y se puedan obtener mayores recursos, para poder entregarle al cliente un producto bueno y barato, porque si uno vende calidad empieza a pagar más. Eso hace que uno se merme menos”.

Respecto de los permisos dijo Mena que “la municipalidad cobra valores irrisorios. Por ejemplo, yo tengo un cartel que muestra el nombre del negocio y yo pago al año casi un millón de pesos. Otro caso es que hasta el día de hoy las terrazas son de uso público sin costo, pero eso es hasta este mes. Ahora están viendo cuánto me van a cobrar a mí por tener una terraza afuera. La municipalidad está haciendo usufructo de todos las posibles oportunidades que tenemos nosotros para seguir vendiendo, porque si bien es cierto antes no podíamos vender en la calle, ahora lo podemos hacer pero ahora tenemos que pagar y eso también nos merma a nosotros, porque es plata que uno no tiene y es plata que se tiene que gastar”.

En términos de seguridad “vemos que la municipalidad tiene muchos inspectores en la calle, pero para ellos la calle Valparaíso termina en Ecuador. Es decir, entre Ecuador y la plaza de Viña es la calle Valparaíso. Entre Ecuador y Von Schroeder es tierra de nadie. No andan policías, no andan inspectores, no se preocupan de los ornamentos de la calle. Yo tenía un piso roto donde no podía poner sillas y después de ocho años de tanto insistir ahora están haciendo algo. Por otro lado, estas jardineras que se usan en las calles sobre todo en esta cuadra, son centros de acopio de drogas, son baños públicos, se duerme la borrachera, siempre uno se está encontrando con cosas que no debieran ocurrir. Entonces uno tiene que estar limpiando constantemente, desinfectando la calle”.

También le preocupan aspectos sanitarios: “Tenemos una canaleta en la calle de la que tampoco se preocupa la municipalidad. Es un foco de roedores. Queremos una ciudad turística, pero si están los roedores no va a venir la gente. Estas cosas nos afectan y tenemos que incurrir en mayores gastos que nos merman en las utilidades. Entonces al final vivimos para pagar, ese es el gran problema que tenemos nosotros hoy día. Lo que uno quiere es permanecer con su negocio. Nosotros vendemos comida rápida que son los famosos completos, las chorrillanas, las empanadas, sándwichs, pero eso también –como es comida- implica tener higiene en todo sentido. Si hay terrazas afuera tiene que haber higiene 100% y eso hace incurrir en mayores gastos porque no tenemos apoyo de nadie”.

Mena mencionó una situación curiosa: “La municipalidad puso una alarma comunitaria que no funciona. Usted aprieta el botón y no funciona. Uno puede decir que la municipalidad hace algo pero hace cosas que no funcionan. Ahora si uno llama a carabineros, no vienen si no es de acuerdo a la gravedad en las personas o por cierta cantidad de dinero. Si a uno le roban cien mil pesos que puede ser la ganancia de una semana, no vienen. A veces hay gente que se ha comido el sándwich y me ha dicho que la foto que sale ahí, no es igual al pan, así que no le vamos a pagar nada, pero ya se lo comieron y se van, y si uno llama a Carabineros no vienen simplemente, ni los municipales. Aquí está muy desprotegido el comercio”.

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