A LAS CUATRO DE LA MAÑANA SE LEVANTA CAPATAZ RAMÓN OLIVARES PARA COMPROBAR QUE LOS CABALLOS SE ENCUENTREN EN BUEN ESTADO DE SALUD

• Se vino desde el Hipódromo Chile al Valparaíso Sporting Club para levantar el rendimiento de los ejemplares del preparador Marcos Pavez

Levantarse todos los días a las cuatro de la mañana para comprobar el estado de salud de los caballos es la principal tarea que tiene el capataz Ramón Olivares Castillo, quien se trasladó hace cinco meses desde el Hipódromo Chile al Valparaíso Sporting Club para levantar el rendimiento de los ejemplares que son preparados por Marcos Pavez Ochoa lo que ha resultado a la fecha todo un éxito.

Olivares explicó sus inicios en esta actividad para especializarse: “Uno empieza como cuidador de caballos. Estuve ahí como diez años y salió la posibilidad de sacar la patente de capataz que se dio por la manera de trabajar mía. Y de esa forma me convertí en capataz, de uno de los studs más grandes de Chile, el haras Sumaya.  Ahora estoy de capataz radicado acá en Viña del Mar. Yo estaba en Santiago y como salieron tres corrales en Viña del Mar estamos haciendo patria en esta ciudad”.

Toda su vida ha estado ligada a los hipódromos: “Esto de la hípica viene por generación. Mi abuelo Servando Olivares fue preparador, mi padre Ramón Olivares Fredes preparador y capataz, vengo yo, viene mi hijo que es capataz, también mi otro hijo que es jinete. Así funciona la familia hípica es por generación Este es un amor al arte, amor a los caballos.”

Desde muy pequeño se vio vinculado a los finasangres: “Yo a los siete años iba al corral de Julio Castro Ruiz en Santiago, uno de los preparadores más grandes de Chile. Después llevaba a los míos a los cuatro años montando a caballo, llegando uno de ellos a ser jinete”.

Su trabajo diario es intenso y permanente: “Mi jornada empieza a las cuatro de la mañana. A esa hora hay que revisar todos los comederos de los caballos de que no dejen comida, porque si alguno deja el alimento es por algo. Hay que revisarlos, que no tengan temperatura, que estén bien todos los cascos. Entonces hay que sacar todas las comidas, los conchos que quedan como se dice. De ahí se prepara la alimentación para los entrenamientos. Vienen las curaciones, los tratamientos y observar bien los galopes”.

Ahora en los días de carreras la actividad finaliza con el caballo que completa la jornada hípica, como ocurrió el pasado lunes cuando la jornada terminó a las 9 de la noche: “Pero no todos los días es así. Generalmente la jornada termina a las cinco de la tarde. El trabajo de la semana es difícil, por ejemplo, cuando hay que galopar con lluvia. El caballo al terminar de correr debe quedar bien sequito porque si queda manchado se pueden producir heridas en sus manos, eso tiene que controlarlo el empleado que tiene a cargo su caballo”.

Resaltó la vocación para cuidar a los caballos y los empleados cuidadores quieren cuidar más de dos o tres caballos porque así ganan más también.

Está feliz de haberse venido a Viña del Mar al corral del preparador Marcos Pavez Ochoa, quien se mueve entre el Hipódromo Chile y el Valparaíso Sporting Club.

Ramón Olivares vive en el mismo corral y se ocupa directamente de todos los ejemplares y del trabajo de los cuidadores: “Cada empleado cuida tres a cuatro caballos. Podemos estar a cargo de 15 empleados incluso hemos llegado a veinte. Es mucha gente porque Sumaya tiene muchos caballos. Tiene unos cien caballos entre el Hipódromo Chile y el Valparaíso Sporting Club”.

Hubo interesantes razones por las cuales Ramón Olivares se trasladó de la capital a la ciudad jardín: “Llevo cinco meses acá en Viña. Resulta que teníamos un corral aquí y no se estaban dando los resultados y antes de cerrarlo quisieron mandarme para acá para ver si podíamos tirar para arriba, todo esto con el preparador don Marcos Pavez. Así que en eso estamos y nos ha ido súper bien. Se pierde un poquito el contacto con la familia. Por el momento estoy solo y mi señora viene los viernes, sábado y domingo. Pero ahora que nos está yendo bien, a fin de año yo creo que se viene con todas sus petacas para acá. Yo vivo en el mismo corral y el preparador ha depositado toda la confianza en mí y yo le he respondido con triunfos. Nos ha ido bien, así que creo que me voy a radicar acá”.

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