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  • Lo señaló Francisco Rodríguez Arancibia en el discurso que pronunció al asumir la presidencia del Colegio de Profesores de la Región de Valparaíso

Francisco Rodríguez Arancibia, al asumir la presidencia del Colegio de Profesores de la Región de Valparaíso pronunció el siguiente discurso:

“Saludo a todos los presentes: autoridades, colegas, invitados de toda la región.

Iorana, mari mari, buenos días, quisiera aprovechar estos minutos para comunicarme con todos ustedes, en particular quisiera saludar y felicitar a los dirigentes de las comunas de nuestra región, agradecer su compromiso a quienes terminan su período y recibir con felicitaciones y esperanza a quienes asumen esta tarea que es voluntaria y tan docente que, como tantas cosas de profesores, muchas veces es invisibilizada o incomprendida. Es el momento también para unirme al merecido reconocimiento que debemos a nuestros maestros mayores. Todo intento por desconocer la historia lleva a personas y pueblos al fracaso. La cultura es el proceso de humanizarnos los humanos y, en ello, nuestros ex dirigentes del Colegio de Profesores nos siguen dando lecciones. Salud, respeto y gratitud para ustedes, maestras y maestros.

Quisiera decir que, en la persona de los profesores reunidos en este solemne Salón de Honor de la Municipalidad de Valparaíso, a cuyo alcalde y funcionarios agradecemos la gentileza de recibirnos, se hace presente la historia, la cultura, el desarrollo humano y ciudadano, el mar, la cordillera, los valles, los sueños e ideales de las personas desde nuestras patrias chicas a todo el país. Desde Valparaíso a San Esteban, desde Petorca a Santo Domingo, desde Puchuncaví a Calle Larga, desde Cartagena a Hijuelas, desde Quilpué a Putaendo, desde San Antonio a Olmué, desde Cabildo a La Cruz, desde Calera a Rinconada, desde Casablanca a La Ligua, desde Papudo a Llayllay, desde Villa Alemana a Santa María, desde Zapallar a El Quisco, desde El Tabo a Nogales, desde Quillota a Algarrobo, desde Panquehue a Concón, desde Limache a San Felipe, desde Viña del Mar a Catemu, desde Rapa Nui a Los Andes, nuestra región es un crisol de culturas e identidades y la presencia de todos nosotros aquí debe ser un testimonio auténtico de descentralización, porque descentralizar no es cambiar capitales, sino realmente valorar cada territorio, cada comuna, cada espacio geográfico, cultural y social con la misma importancia de las grandes urbes. Muchas gracias, colegas, por su presencia, porque juntos y unidos somos más para construir aprendizajes, docencia y patria. Les llamo “colegas” porque esta palabra significa “miembros de un colegio, sociedad u orden”; les llamo colegas porque es sinónimo de compañero, que a su vez significa “el que comparte conmigo el pan”, les llamo colegas porque significa hermanos, ¿y quién podría negar que la educación acerca, comunica, comparte y crea fraternidad?

Las grandes culturas conocidas se han identificado casi siempre como “hijos”: se han llamado hijos del sol los egipcios, los incas, los japoneses; hijos de la montaña y del mar los tibetanos y los fenicios, los cordilleranos y los porteños; cuántos hay que se consideran hijos de los dioses, pueblos elegidos, tierras prometidas y pretenden tener mejor derecho que otros a habitar un espacio e incluso a vivir, en un genocidio que cobra vidas y que en lugares como el nuestro lo muestran, cuando lo hacen, como una película… hasta donde conozco, dos culturas tienen una visión de mundo algo distinta: los rapa nui, con un etnocentrismo que los hace considerarse en una traducción algo eufemística el “ombligo”, el centro o la matriz del mundo y los mapuches, gente y no hijos de la tierra… los demás, especialmente quienes hemos sido culturizados por la llamada mirada occidental o eurocéntrica, nos hemos alejado, nos hemos olvidado que formamos parte de la naturaleza, del planeta, del universo y nos hemos vuelto en contra, devastando, contaminando, destruyendo, como la mega minería y la industria agro frutícola en nuestra región… cuando la gente se asombra de la violencia imperante, de la competencia, del individualismo, del egoísmo… ¿Qué mayor violencia que la que ejercemos contra las vidas, contra  todas las vidas? ¿Acaso no naturalizamos o negamos que haya desigualdades, discriminación, injusticias, impunidad, saqueo, maltrato, acoso, agobio, poderosos e indefensos mientras repetimos como un mantra que “somos iguales”? ¿Acaso se trata verdaderamente como iguales a un campesino, a un general, a una madre jefa de hogar, a un profesor, a un gerente, a un migrante, a un homosexual, a una persona con alguna condición de salud, a una anciana, entre tantas “igualdades”?

¿No es el sistema imperante el que le ha cambiado nombre a las cosas para evitar algún significado o invisibilizar alguna situación u orden de cosas? Los cementerios hoy se llaman “parques”; los pobres, “vulnerables”; los hoyos de las calles, “eventos”; los ancianos, “adultos mayores o edad dorada”; los despidos, “desvinculaciones”; algunos arribistas, “emprendedores”; a las pensiones de miseria, “jubilaciones”… se ha hecho del dinero el sinónimo del éxito; a los empleados, se les llama “colaboradores” y el ámbito de la educación es un epítome de ello. Así, se nos llama “profesionales de la educación”, pero se nos trata como técnicos, que, sin ser ofensivo, son quienes sólo ejecutan los que otros piensan, planean y ordenan; profesional es el especialista, autónomo que es capaz de buscar y encontrar soluciones a los problemas… ¿de cuánta autonomía gozamos hoy los y las docentes, cuando ni siquiera alcanzamos la estabilidad laboral a los dos años como el resto de los trabajadores? Cuántos de los expertos que, desde sus escritorios y por sus canales comunicativos privilegiados y unilaterales nos piden los mismos resultados de Finlandia y otros lugares, pero no nos dan las mismas condiciones: solo mencionaré que en esos países los niños no van a la escuela formal antes de los siete años, que sus cursos son de un promedio de 15 estudiantes, que son atendidos por dos profesores por aula, que todos los docentes tienen grado de magíster, pero que ese perfeccionamiento lo obtienen gratuitamente, provisto por el sistema público y lo realizan dentro de su jornada laboral. Mientras en Chile, aún se discute, luego de 30 años de aplicación por entes privados (tercerización de la educación pública) si se otorgan algunas horas de 45 minutos dentro de su jornada laboral a los docentes para que preparen su portafolio, como que esto llegara a ser un favor o algo extraordinario; se “otorgan” lapidariamente cinco días para presentar recursos de reposición si fue mal evaluado, pero luego el CPEIP, que tiene 30 días para responder, no lo hace en el 90% de los casos y, cuando responde, su dictamen es de rechazo e inapelable. ¿Quién puede decir que la llamada nueva institucionalidad: agencias de calidad y superintendencia, atienden realmente a los profesores? ¿Quién ha declarado que es no sólo ilegal, sino éticamente reprochable cuando los representantes del sistema amenazan con que no es seguro que los nombramientos a contrata sean renovados o que una buena cantidad de docentes sean despedidos el 30 de noviembre, debiendo sobrevivir sin ingresos diciembre, enero y febrero mientras esperan ser llamados a trabajar de nuevo como temporeros en marzo? ¿Quién dice algo cuando el aguinaldo de navidad aún no se paga estando en la segunda semana de enero o el reajuste que debería pagarse desde el 1 de diciembre en muchas comunas y este aún no se paga?

No podemos negar ni invisibilizar los problemas, no les cambiemos los nombres o sigamos en la indiferencia: ¿qué ha cambiado en el agua que beben y en el aire que respiran nuestros niños, jóvenes y adultos de La Greda, Ventanas, Puchuncaví, Chagres y otras zonas de sacrificio en la región?  Las soluciones no son mágicas, pero los vitales elementos siguen contaminados. ¿Qué hacemos cuando los estudiantes de Petorca no tienen agua ni alcantarillado mínimamente digno mientras el agua es robada por la agroindustria cuyos empresarios conocidos no son “condenados” ni siquiera a clases de ética y ganan millones exportando paltas, robando el agua y secando territorios?… cuando todo esto y otras atrocidades se invisibilizan mientras se culpa a los profesores de los “bajos resultados” en las pruebas estandarizadas, con la consigna de que “la normalidad debe recuperarse” o apelando a un “bien mayor”. ¿A qué normalidad nos referimos, cuando lo permanente es la anormalidad y esta se cotidianiza y normaliza? ¿Cuál es el bien mayor que expone las vidas de las personas y las especies animales y vegetales de la cuenca del Aconcagua, que da vida a la región que no se llama de Aconcagua?

¿De qué debemos preocuparnos los docentes? ¿Acaso sólo de entrenar niños y jóvenes para que obtengan “buenos resultados” en pruebas artificiales y externas que no les servirán ni en sus estudios posteriores ni en su futuro laboral? ¿Acaso desde que las pruebas estandarizadas, la JEC, la evaluación docente, la carrera profesional, la nueva institucionalidad y el llamado aseguramiento de la calidad se han impuesto ha mejorado la educación? Ya es hora de un análisis realista y de los cambios necesarios.

Salud mental: Se dice que las licencias médicas han aumentado considerablemente y se sospecha del mal uso de ellas. No negando que puedan existir algunos excesos, estos son los menos y el deber de quien sospecha es acudir a la justicia para que, si se comprueba la sospecha, se sancione a los culpables o se restituya la honra de quienes han sido acusados. Sólo un dato referido a este tema: según cifras oficiales, en Chile, el grupo etario entre los 18 y 30 años, presenta un mayor diagnóstico de depresión en el 2023 (13%) en comparación al 2020 donde se vio un 7%, similar al incremento de diagnósticos de los trastornos de ansiedad que casi se triplican: 4% en 2020 y 11% en 2023[1].

Despidos: No sólo nos llama la atención, sino que no se entiende ni lo aceptamos, la cantidad de despidos y de avisos de no renovación de horas a contrata de las que están siendo víctimas nuestros colegas en diversos lugares del país y la región.

¿Por qué no se entiende esa medida? Entre otras razones, por las siguientes: un estudio del Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE) y del Instituto de Estudios Avanzados en Educación de la U. de Chile reveló que el 20% de los profesores del sistema escolar del país se retira en sus primeros 5 años laborales. El análisis, que consideró a todos los docentes que ingresaron a la profesión entre 2005 y 2016, dio cuenta también que 30% de los profesores se retiró al cumplir 10 años de docencia (cohorte 2006).

Los que más se retiran, según los resultados, son quienes imparten clases en educación parvularia y educación media (técnico-profesional y científico-humanista). Otro dato ilustrativo y poco difundido al respecto es que hay 27 instituciones de educación superior que no obtuvieron su acreditación para este año 2024, por lo que quienes imparten carreras de pedagogía en ellas no pueden recibir más estudiantes…

Con esos datos objetivos, no puede entenderse tampoco que uno de los seis problemas principales de los SLEP indicados en un estudio reciente del Centro de Estudios Públicos señale “la sobredotación docente traspasada desde los municipios”. ¿Se explica por esto, entonces, los despidos y avisos de no renovación de contratas que se está observando?

Lo decimos con toda firmeza: esto no es posible y como gremio, defenderemos con todas las herramientas que disponemos el derecho al trabajo de nuestros colegas. No sobran profesores; lo que faltan son buenas políticas educacionales y a ello llamamos a todos los involucrados a actuar con sana y sincera autocrítica, buen criterio, responsabilidad y sentido de futuro: un país que no cuida su educación pública no se cuida a sí mismo ni lo que será en poco tiempo.

Agregaré otro dato sensible, pero muy poco considerado por los expertos y autoridades que responsabilizan de todo lo negativo que ocurre en educación a los docentes: la Comisión para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE, en lo que respecta a los sueldos de los Profesores y Profesoras chilenos señala que el profesorado en nuestro país gana un 39,9% menos que cualquiera de los 34 países que componen esta organización de los cuales solo dos son de América Latina: México y Chile. ¿Esto no escandaliza a aquellos que niegan el agobio, los malos tratos y la desprofesionalización docente?

Como en el tango “Uno”, los y las docentes sabemos que la lucha es cruel y es mucha, y que cuando las comunicaciones no tienen interlocutor, cuando los teléfonos no contestan y cuando las puertas se cierran o se presentan como avances los prácticos y francos retrocesos, alzamos nuestras voces y somos capaces de educar también en las calles y en los medios… el profe, luchando, también está educando… y el profe educando, siempre está luchando.

Nuestra región ha sido pionera en varias de estas luchas que han logrado pequeños grandes avances para los profesores: la ley de titularidad y sus actualizaciones, el bono SAE, la voluntariedad para evaluarse durante el período de pandemia pasada, la priorización de objetivos, el resguardo de nuestros estudiantes para no volver presencialmente cuando la situación sanitaria aún no era mínimamente segura, entre otras medidas.

El panorama no parece sencillo, pero siempre nuestra labor ha sido compleja, desde que se luchó en el país por contar con una educación pública…

En una apretada síntesis, para concluir, me permito esbozar algunos de los principales desafíos que, en lo personal y fruto de mi experiencia pedagógica y dirigencial, he podido recoger de mis colegas de base y que presento a consideración de mis colegas:

Una de nuestras primeras tareas será abogar por cambios realmente estructurales a los servicios locales de educación. La visión de los órganos del estado no puede desconocer el pronunciamiento de más del 90% de los profesores colegiados en consulta nacional realizada el año 2023: los SLEP han sido una política mal ejecutada y no puede seguir exponiéndose a nuestros niños, jóvenes y trabajadores de la educación a condiciones indignas de lo que se pretende: una educación pública integral, transformadora y equitativa. Por lo tanto, nuestra exigencia es que se focalicen los esfuerzos en mejorar los servicios existentes ya en régimen y en la detención de todos los traspasos hasta que se modifique la ley y que esta entregue garantías reales de una nueva educación pública para el país. Objetivamente, los SLEP han sido hasta ahora un fracaso; si se sigue haciendo lo mismo, se seguirá el mismo derrotero a quienes sean traspasados en las mismas condiciones.

Sentidas y justas reivindicaciones son el equiparamiento del valor hora para todos los docentes al de media actual, con los reajustes correspondientes; el reconocimiento de las menciones profesionales para nuestras/os colegas de educación diferencial, de párvulos y tantos docentes de básica que se han especializado en materias que no siempre coinciden con vetustas asignaturas; la administración directa desde el estado de las llamadas escuelas especiales si se pretende lograr una auténtica inclusión; el establecimiento de un programa de educación no sexista y de educación sexual integral, entre otras modificaciones imprescindibles en un currículum que debe, necesariamente, resignificar la jornada escolar completa, acercándola a su concepción teórica de abrir horizontes formativos en aspectos deportivos, culturales, científicos, ambientales, filosóficos y otros y que no quede sólo en más horas de asignaturas para obtener puntajes que sirven más al marketing que a los estudiantes, sus grupos familiares y comunidades.

En nuestro empeño por una educación liberadora y equitativa, seguiremos abogando por el cuidado de la salud física y mental de los trabajadores de la educación; no podemos seguir aceptando el agobio y el control y el no reconocimiento de nuestra profesionalidad; continuaremos aspirando a la autonomía y a la excelencia, por lo que lucharemos por el término de la actual evaluación docente: algunos de nosotros hemos presentado -sin ser escuchados- la propuesta de suspender la evaluación por cinco años y esos recursos, destinarlos a perfeccionamiento de acuerdo a las realidades y contextos de las comunidades educativas: lo serio es hacerlo en un proceso que desarrolle un auténtico congreso curricular que elabore propuestas colaborativas en el primer año, luego tres años de implementación del perfeccionamiento elegido y, finalmente, en el quinto año, la evaluación del proceso y proyecciones consecuentes.

Esto implicaría lo que consideramos un amarre indeseado que trajo la carrera profesional docente: requerimos que se desvincule el nivel remuneracional de los resultados de la evaluación docente: nuestra propuesta es considerar los años de servicio y el perfeccionamiento en un 50% cada uno.

Sólo de esta manera, pensamos, podremos adaptarnos verdaderamente a las cambiantes condiciones de la vida actual y abogaremos por una carrera profesional digna, respaldada por la estabilidad y por una bonificación de retiro permanente que permita a nuestras/os colegas el bienestar que merecen los formadores de la sociedad.

No olvidamos por un instante a nuestros colegas mayores a quienes el estado les debe. Llamamos al Presidente de la República a presentar prontamente el proyecto de ley de reparación que ha comprometido públicamente e instamos a los alcaldes a que entreguen públicamente al ministerio las nóminas de sus docentes al momento del traspaso del Mineduc a la municipalidad, para que se transparente de una vez por todas a quiénes les corresponde el pago y que este se convierta en una prioridad nacional para el gremio, aparte de cualquier petitorio circunstancial.

Sin duda son muchas nuestras demandas y varias nos quedan sin poderlas mencionar hoy. Pero iniciamos este período con la convicción de que juntos podemos construir un futuro educativo que refleje nuestras legítimas aspiraciones que son consonantes con las del Chile que habitamos y en el que viven y vivirán nuestros niños y jóvenes de la manera humana o no en que nosotros desarrollemos nuestra labor.

Nosotros no llegamos desconociendo ni la experiencia, ni los avances ni los problemas. El aporte de todos debe ser el que nos hagamos protagonistas de nuestro gremio en la defensa de la educación pública. Legítimamente, los profesores tenemos perspectivas, tendencias y visiones distintas y complementarias; algunas opuestas o divergentes, pero en la actualidad cada vez nos convencemos más de que hay más de una manera de hacer las cosas bien y que la diversidad es condición para la inclusión y el diálogo. Me permito llamar a los colegas a no quedarnos en peleas pequeñas y muchas veces mezquinas, sino en buscar el bien mayor siempre desde una perspectiva institucional como Colegio de Profesores.

¡Sin las profesoras y profesores no se avanza en educación!

¡De cordillera a mar, que vivan los profesores para que viva Chile y viva nuestra región!”.


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